viernes, 12 de diciembre de 2008

Comida china V

En Chengdu está cañón pedir de comer. Aquí casi ningún restaurante tiene menú con fotos, ya no digas en inglés. Todos te dan una lista en chino, con casillas al lado del nombre, para que anotes cuántos de cada cosa quieres.
La primera noche, me salí a caminar y terminé en una fondita del rumbo. Con mi diccionario, le busqué a la dependiente la palabra "carne de res". Me sirvieron una especie de caldillo picosísimo, por supuesto con mi kilo de arroz hervido al lado. La comida de la región de Sichuan, donde está Chengdu, es de las más picantes de China. Hasta la sopa instantánea es chilosa. Lo único a lo que no le agregan chile es al arroz. Todas las mañanas, como en el centro de los pandas, y también allí, hasta el caldo pica.


Aquí no hay cubetas de chelas, sólo de arroz.

Tratando de ampliar mi horizonte gastronómico, otro día caminé hacia el lado contrario. Llequé al restaurante de un hotel. Servían "Hot Pot". Roger ya me había hablado de éste platillo. Es un recipiente con agua, colocado sobre un brasero. Mientras el agua hierve, colocas tus verduras y carne, tratando después de pescarlas con los palillos, antes de que se deshagan o te quemes. Bien divertido.
Me metí a probarlo.
Desde que le pedí al jefe de meseros una mesa, hablando en inglés, los comensales y el resto del personal me voltearon a ver. Silencio sepulcral. El que me atendía me pregunta en chino.- ¿Una persona? (Eso también ya me lo aprendí. No sé pronunciarlo, pero ya entiendo cuando me lo dicen). Y me lleva a mi mesa. Lega la mesera con la lista de la comida, por supuesto riéndose, porque sabía que yo no iba a entenderle y ella no me iba a entender a mí.
De nuevo, saqué el diccionario y apunté hacia una foto en la pared, dónde estaba el famoso "hot pot". Hecho. Para beber, me tuve que levantar para poder tomar una Pepsi, porque por más que la señalaba, no me la daban.

Las demás personas también se estaban sonriendo, pero lo mejor fue cuando llegó lo que pedí, porque empezaron a desarmar la mesa, para colocar el brasero enb el centro, y luego, eran dos recipientes, uno dentro del otro, el primero con salsa y el otro con agua. Y además, diversas especias y plantas. ¿Y esto?, ¿me las tenía que comer antes o después, le ponía la especia a la planta y luego lo hervía, echaba todo junto o qué? Por supuesto, le pedí con señas a la mesera que lo preparara. Para entonces, el señor que en la mesa contigüa, ya había soltado una risita.
En fin, la comida estaba bastante rica y ya llevaba un poco más de la mitad, cuando se acerca un chavo, pregúntandome un poco nervioso, en inglés, si todo estaba bien o si se me ofrecía algo más. Era el sobrino del dueño. El jefe de meseros lo había ido a buscar a su casa, que estaba atrás del hotel, por que era era el único que me podía entender. Lo invité a sentarse, me contó de su vida, lo que hacía su familia y que era rarísimo que un extranjero fuera a cenar ahí. Pedimos un poco de cordero y otras verduras.
Buenísima onda estos chinitos.

Les debo la foto, si de por sí ya era bicho raro, si le tomaba foto a la comida, seguro me empezaban a tomar fotos a mi. Pero les muestro de otra vez, que cené pato. No es el laqueado, ese lo probaré en Beijing. También estuvo bueno y también la mesera se estaba riendo cuando me atendió.


Medio pato troceado. Tiene su mermelada de chabacano de acompañamiento.

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