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A Beijing, llegó a vivir un español llamado Gustavo. El había vivido antes en el DF, es amigo de un amigo de Mariana y entre los dos, organizaron la salida.
En la madrugada del sábado, nos fuimos en tren. Hizo como 3 y media horas de camino, por lo que llegamos temprano a registrarnos al hotel y partimos a visitar el templo Putuo Zongcheng.(Google Earth.- lat=41.0125661614, lon=117.928312067)
Arribando a Chengde.
Este templo, fue construido por órdenes del emperador para recibir la visita del Dalai. Para que se sintiera a gusto, se mandó a hacer a semejanza de su residencia original en el Tibet. Es uno de los sitios más reverenciados y visitado por los peregrinos, de esta parte de China.
Desde la carretera
Corresponsal de la NatGeo en Lhasa
Todo un laberinto de escaleras, patios y azoteas, con representaciones de Buda y sitios de adoración.
Al atardecer, aún había tiempo de algo más. Así que a la salida, entre Mariana, Gustavo y Lorena, que hablan chino, (unas mucho más que el otro), quedaron con la chofer de un taxi, que nos llevara a otro templo cercano, que está en la montaña.
Resultó ser una especie de reserva, con una capilla construida en la parte superior de una formación rocosa. El boleto de entrada estuvo caro, porque te da derecho a recorrer toda la extensión, cosa que nosotros no íbamos a hacer. Pero aunque ya era tarde y le pidieron que nos lo dejara más barato, no se dejaron.
Bueno, no todo es regateable.
Tuvimos oportunidad de llegar hasta la capilla, y hasta la estatua de un Buda recostado, cubierto con tela brillante amarilla, en señal de respeto. Inscripciones gigantes en la roca, al pie de la barranca completaron la escena.
Hasta me tocó ver una tropa de macacos silvestres, buscando algo de comer en la poca vegetación superviviente al invierno.
El Yeti en Chengde.
Como no lo había presentado, el que está sentado en la barda, es Gustavo. Un tío muy guay.
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